BUENAS NOTICIAS JUNIO 2021

Editorial

Las personas que dedican su vida a la música y a la cocina tienen muchas características en común. Además de deleitar nuestros sentidos, en ambos casos se puede percibir de manera evidente su maestría y pasión en el trabajo, porque tienen una conexión privilegiada con la tradición de los pueblos y expresan su cultura.

Al igual que tantos otros oficios, se necesitan años de preparación teórica y práctica para perfeccionar su ejecución; sin embargo, por los amigos y amigas que tengo tanto en la composición e interpretación musical, como en la gastronomía, he descubierto el valor que tienen como expresión de la persona y servicio a otros oficios. Una pieza musical o un canto, al igual que un platillo, tienen por detrás una o varias personas que lo han compuesto; se puede decir que son expresión de ellos mismos. Y por otra parte, la música y una buena comida inspiran a otros a trabajar; nutren el cuerpo y alma de otras personas.

Con una frase contundente, Luigi Giussani afirma que “ninguna expresión de los sentimientos humanos es más grande que la música”, y “el canto es la expresión más alta del corazón del hombre”. Más allá de las preferencias artísticas, la música tiene un encanto único, en sus infinitas composiciones, estilos y géneros, para complacer los gustos de cada ser humano del planeta, en múltiples ocasiones y momentos de la vida. La música nos puede acompañar, tanto en momentos de soledad reflexiva, tristeza y melancolía, como en diversos tipos de celebraciones. Cada uno de nosotros puede tener una banda sonora de nuestra vida que se enlace con la de tantos otros.

Por su parte, Paolo Massobrio afirma que “comer significa participar en la vida, porque es la continuación del primer acto de nuestra existencia que comienza con la lactancia: algo tranquilizador, no sólo nutritivo. Por lo tanto, comer siempre está relacionado con el hecho de compartir, con un momento que favorece la comunidad, probando juntos la misma experiencia del sabor.”

Esta afirmación da un paso más hacia el fenómeno comunitario que tiene la cocina: el valor de comer juntos y sentarnos en la mesa. Si bien puede ser una práctica difundida, personalmente prefiero comer siempre en compañía, con la familia, amigos e incluso desconocidos. Compartir la mesa tiene un significado importante como fenómeno comunitario y de integración social.

En un país tan polarizado, cuánta falta nos hace hallar lugares de encuentro que puedan ayudarnos a mirar al futuro, apostando al bien común, y dejando de ver únicamente el ombligo de nuestras diferencias. Reconocer nuestras tradiciones populares y el valor de construir juntos, y poder sentarnos en la mesa para compartir el pan y escuchar nuestras canciones, es más necesario que nunca.

Alejandro Marius

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